La muestra se suma a la conmemoración del 125 aniversario
del nacimiento del artista en el barrio vallisoletano de San Juan, donde vino
al mundo en 1888 este bailaor de fama universal, que está enterrado en el
panteón de personas ilustres del Cementerio del Carmen. En su célebre Decálogo,
que da a conocer en la sala “El Trascacho” de Barcelona en 1951, sentó las
bases del baile flamenco puro.
Según ha recordado Mercedes Cantalapiedra, Escudero comenzó
a bailar siendo niño en Valladolid con una formación totalmente autodidacta,
que se completó con las enseñanzas recibidas posteriormente de Antonio de
Bilbao. Siendo todavía un joven, se traslada a París y a partir de ese momento
recorre los escenarios de Europa y América con su arte.
Pero Vicente Escudero no sólo dedicó al baile su talento
artístico, sino que también lo plasmó en el cine, la literatura, la pintura y
el dibujo. La faceta de pintor es en la que se centra la muestra, para
descubrir que Escudero no es un pintor al uso. Él mismo reconoció que no sabía
ni dibujar ni pintar, “pero esa limitación tan terrible es la que me permite
plasmar con toda libertad, sin trabas ni preocupaciones, mis ideas, por medio
de esa forma de expresión que es el dibujo”.
Artista rompedor
A través de estos dibujos aflora un Vicente Escudero como
artista rompedor, un creador que para manifestarse necesita ver en su
imaginación lo que luego pintará. “No se detectan rasgos de enseñanza académica
en sus obras, pero sus trazos denotan una gran capacidad para representar los
movimientos, las coreografías, las actitudes de los bailarines, así como su
sentido del color. Un dibujante sin técnica ni teoría. Un pintor de impulsos e
intuiciones”, concluyó la concejala.
La exposición permanecerá abierta hasta el 28 de noviembre.
No es la primera vez que Valladolid homenajea mediante
exposiciones a Vicente Escudero, ya que en 1994 y en 2001 protagonizó sendas
muestras en la Casa Revilla y en Las Francesas, ésta última en colaboración con
la Fundación Joan Miró y el Archivo Manuel de Falla. Por otro lado, dos
esculturas dedicadas a su figura jalonan el Paseo Central del Campo Grande y la
calle Santa Lucía, junto al Centro Cívico.
También conviene recordar que la Fundación Municipal de
Cultura editó, en 1994, un millar de ejemplares de su obra más relevante, el
libro Mi baile, considerada por los expertos como su gran legado para la danza
universal.
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